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Módulos de descenso para el espacio interior

Actualizado: 28 ene 2022

Por Ángela Posada-Swafford / twitter@swaforini / www.angelaposadaswafford.com



Enero 16.

Esta mañana temprano llegamos a Antofagasta, bajo un sol esplendoroso y sobre un mar suave y amigable como un plato de cristal. Desde nuestra cabina escuchamos el crujir de la cadena del ancla hasta tocar fondo frente al puerto. El cambio de temperatura es notable, y hace calor seco. Al fondo, las hermosas montañas desnudas y rojizas que anuncian a los gritos que este es un paisaje eminentemente mineral. El plan es que hacia las 13:00 horas un remolcador nos llevará hacia el muelle.


Mientras tanto, manos a la obra. Hoy decido observar muy de cerca las maniobras de preparación de los tres “landers”, los módulos autónomos no tripulados que bajarán al mismo tiempo que el sumergible “Limiting Factor”, para hacer ciencia en el abismo.


Al principio, cuando Victor Vescovo planeó su ambiciosa expedición de las Cinco Profundidades (fivedeeps.com), que terminó de llevarse a cabo en agosto de 2019, lo que tenía en la cabeza era básicamente romper el récord de ser el primer ser humano en descender a las cinco fosas más hondas del planeta. Pero luego, otros miembros de su equipo lo convencieron de aprovechar la oportunidad, el esfuerzo y dinero invertido en estas tecnologías, para también llevar a cabo investigaciones científicas.


Fue cuando Vescovo buscó la ayuda del Dr. Alan Jamieson, quizás el investigador que más sabe y más ha publicado acerca de la biología de las bizarras criaturas que habitan la Zona Hadal de los océanos del planeta. La idea era combinar varias técnicas. Por un lado, el sonar del buque permitiría hacerse una idea de cómo sería la topografía de las fosas. Por otro, las cámaras del submarino habrían de filmar el fondo de cada océano y buscar criaturas tanto ancladas al suelo, como moviéndose.


E igualmente importante, había que recoger muestras de agua y animales. Para eso, Jamieson ayudó a diseñar los landers, con la empresa Triton Submarines, los mismos que crearon el “Limiting Factor”. Se trata de tres grandes armazones de aluminio con luces, cámaras, una jaula-trampa con compartimentos para atrapar tanto peces como los crustáceos anfípodos, típicos de las fosas; y otros instrumentos para recolectar agua y muestras de cieno y rocas del fondo marino. La idea era tener suficiente información después de esas cinco expediciones, para entender si todos los organismos presentes en las fosas eran iguales, o primos lejanos, o si por el contrario no tenían nada que ver unos con otros.


Eso mismo es lo que el Dr. Osvaldo Ulloa y su equipo quieren hacer en la Fosa de Atacama. De hecho, en 2018, habían alcanzado la máxima profundidad de dicha fosa y tomado muestras, usando un lander diseñado por ellos mismos con la ayuda de Kevin Hardy, un ingeniero retirado del Scripps Institute of Oceanography.


Esta vez, gracias a la invitación de Vescovo, por sugerencia de Jamieson, quien había compartido una expedición anterior con Ulloa, el equipo del IMO tendrá acceso a estos otros módulos. Razón por la cual esta mañana Gadiel Alarcón estuvo trabajando con el simpático técnico de los sistemas sumergibles, el escocés Andy Henderson.


Gadiel Alarcón. Foto: Ángela Posada-Swafford


La función y operación de ambos es la misma, sólo que se diferencian en su arquitectura. Los de Caladan Oceanic son más robustos y pesados, protegidos por una armazón de aluminio. Por ejemplo, usan baterías de litio que tardan 12 horas en cargarse, en lugar de los paquetes de pilas AAA del sistema chileno.


Otra diferencia, cuenta Gadiel, es el sistema para liberar al aparato del fondo, es decir, para pedirle que regrese a la superficie (ya que, al igual que el submarino, estas “cajas de ciencia” no están conectadas a ningún cable, y usan un peso para bajar). Los landers de esta expedición usan un temporizador que está programado para quemar un cable que suelte el lastre, después de un número X de horas. El sistema chileno usa una señal acústica disparada por un hidrófono bajo la superficie.


Cuando llega el momento de recolectar rocas o muestras de barro del fondo, el lander funciona como una cesta, y el sumergible como un brazo recolector; sólo que, por estos días, el brazo recolector del submarino está siendo rediseñado.


Si uno abre el lente y compara lo que está sucediendo en cuanto a la exploración de Marte, la mecánica es exactamente la misma: un orbitador que navega sobre la tenue atmósfera marciana (nuestro buque); un módulo de descenso que se posa sobre la superficie (los landers); y un vehículo explorador que se desplaza sobre ella (el sumergible).


Entonces, vale terminar con la frase del expresidente John F. Kennedy, en marzo de 1961, “El conocimiento de los océanos es más que una cuestión de curiosidad. Nuestra misma supervivencia puede depender de ello”.



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