Por Angela Posada-Swafford
Enero 22. Hoy el tema son los anfípodos, holoturias, bacterias gigantes y otros habitantes del inframundo hadal, genialmente bautizado por el dios griego Hades, hermano de Poseidón, y que los científicos usan para definir todas las zonas marinas por debajo de los 6.000 metros.
De parte del IMO-Universidades de Concepción y Antofagasta, nuestros maestros de ceremonia a bordo son Rubén Escribano, Carolina González y Marcelo Oliva, respectivamente. En el Wet Lab (laboratorio húmedo) ellos van clasificando las criaturas que suben del fondo marino. Usan guantes de caucho para no contaminar a los nuevos seres con su propio ADN, y los colocan en bandejas, los ordenan por tamaños, les toman fotografías, sumergen algunos entre etanol y congelan otros a -80 grados C en una gran nevera.
Aquí, Matías Pizarro y Julián Rosenblatt, los videógrafos profesionales del IMO a cargo de producir el documental que acompañará a esta expedición, son clave. Porque ellos hacen estudios fotográficos con una cámara especial de cada tipo de animal, ayudando así a preservar la imagen del organismo desde que sale del agua. Los científicos además estudiarán las imágenes y el video en alta resolución que traigan las cámaras del submarino y de los landers, ya que los videos pueden entre otras cosas aportar detalles sobre el comportamiento de los animales.
Ahora bien, sin duda, una de las grandes expectativas para todos es la información que puede dar el ADN ambiental: todo eso que queda disuelto en el agua cuando un animal pasa por ahí, desde heces hasta babas, escamas, trozos de piel, lo que sea. Entonces, una muestra de agua puede traer, literalmente, el alma invisible de la fosa. En otras palabras, nada ni nadie puede esconderse de estos detectives de las profundidades.
Una de las criaturas que le llamaron la atención a nuestro anfitrión y piloto del "Limiting Factor" Víctor Vescovo, está en la imagen que acompaña este blog, tomada por él mismo en su celular durante la inmersión. Es una holoturia, una especie de pepino de mar con patitas. Es más grade que las que Victor ha observado en otras fosas. Y hay montones de otras parecidas caminando por el suelo, lo cual no pasa tampoco en otras fosas. Atacama, entonces, parece ser muy rica en cuanto a fauna se refiere.
Así pues, he estado leyendo el libro The Hadal Zone, del biólogo Alan Jamieson, quien no sólo está considerado como uno de los mayores expertos en los ecosistemas del hades, sino que fue precisamente quien hizo el enlace entre Víctor Vescovo y Osvaldo Ulloa.
Y me asombró aprender que la zona hadal, que ocupa un buen porcentaje del rango de profundidad de los océanos del mundo, fuera considerada en un momento dado como lugar para botar desperdicios nucleares radiactivos. Pero afortunadamente, en años recientes ha habido un renacimiento del interés en ella, que viene de la mano de los avances en tecnologías abisales.
Para los científicos, el tema es entender lo que pasa dentro de los genes, las células y las moléculas de estas criaturas, que los ha hecho resistentes a la tremenda presión del agua. Las preguntas se agolpan como copos de nieve en una mañana de invierno.
¿Cómo es posible, por ejemplo, que fosas separadas entre sí por miles de kilómetros de lecho marino contengan similares especies que no habitan en el mar entre ellas? También, ¿qué pasa con todos estos animales cuando hay un terremoto catastrófico?
Estoy segura de que Rubén, Marcelo, Carolina y el resto de su equipo estarán metiendo sus cerebros en todo esto, más pronto que tarde.
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