Por Angela Posada-Swafford
Enero 18, 10:00 am.
Antofagasta amaneció frío y soleado. El mar está tranquilo y enormes medusas de rayas rojas oscuras y blancas pasan nadando lánguidamente a nuestro alrededor. Sus largos tentáculos flotan detrás como cabelleras de sirenas. En la distancia un león marino hace piruetas, dejando ver su lomo pardo oscuro y las puntas de su cola festoneada rompiendo la superficie. Pegados al buque pasan bancos de pececillos pequeños que sueltan destellos de luz cada vez que cambian de dirección.
La atmósfera a bordo está en calma, aunque sospecho que es una calma tensa porque varios de los nuevos tripulantes que embarcan hoy para reemplazar a otros, están en los trámites de las pruebas de PCR, etc. También hoy llega nuestro amable anfitrión Victor Vescovo, y el último miembro del equipo del IMO-Universidad de Concepción, Dr. Marcelo Oliva, académico de la Universidad de Antofagasta. Entonces sí estaremos completos.
Osvaldo Ulloa, como el contacto local, ha estado muy ocupado trabajando para apoyar al capitán, resolver y conectar. Y siempre con una sonrisa en los labios. No es fácil, pero lo van logrando todo. Si la logística marcha como es debido, en algún momento del fin de la tarde, Víctor dará una bienvenida a las autoridades locales, altos académicos, y a los medios de comunicación. Yo trataré de servir como intérprete, de llegar a ser necesario.
Como dicen: los últimos serán los primeros.
